De todas las maneras en que quisiera hablarte. De la primera palabra que podría decirte. De las explicaciones que quiero darme para entender que no me quisieras.
De las noches que me he echado a llorar llegando a la casa, de las veces que evito ver las fotos de ti que siguen conmigo. De cuando me digo que no es que no funcione el teléfono, sino que no me vas a llamar.
De cuando soñé que me mandabas asesinar, del día en que me propusiste matrimonio en un almuerzo. De cómo te fui amando más, deseando que fueras primero feliz.
De cuánto podría seguir queriéndote, de cómo mantengo conversaciones imaginarias y te cuento las cosas bonitas que me encuentro a diario.
De que sin ti estoy bien aunque no esté tan bien, de que quiero darte lo que tengo, de que a veces no puedo dormir, de que antes era difícil dejar la cama porque la compartía contigo y ahora me levanto a media madrugada sin pensarlo dos veces.
De que te extraño cuando me enfermo, cuando despierto, cuando estoy con alguien, cuando recuerdo cómo se sentía creerse tu amor.
De cuando pienso en el niño que fuiste, de cuando quisiera abrazarte, tocarte la cara y que me escuches el corazón.
De esto y otras tantas ilusiones quisiera confesarte mi verdad. Pero te dije que te iba a dejar ser libre y pienso cumplirte. Aunque esto, aunque no, aunque nada, aunque todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario