Respiro todo de ti:
de tu pecho masculino bajo mi cabeza
a media tarde,
y de las preguntas que no me respondes
De las flores pálidas que llevas
por piel
y tu abrazo, como de un hijo,
buscando consuelo
en el seno materno
Quiero despertar a cualquier pausa
del día con tu boca en mi cuerpo
y cubrirme de la noche con tu aliento
de hierbas mojadas de rocío
Vísteme otra vez con tu mirada,
niño mío,
la desnudez de mi vida te lo ruega
Lo siento en el esternón, en las pupilas,
y en el chasis de esta esclava tuya,
vago y a rastras
Te inhalo más cada camino,
con todo –mucho o poco-
lo que parte de mí
Te quiero tanto, y no lo sabes,
que deseo vivir y morir
llamándote a mi lado
Por eso quédate conmigo,
el tiempo que me reste,
para que Dios me conceda
que llueva
tu nombre.
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