No me trajo a
ti mi mala fama,
ni mi temerosa
consciencia.
No me guiaron a ti mis huecos
existenciales y ni siquiera
la misma
soledad del otoño
Fuimos resultado
accidental de la intersección
interesada
prevista
en silencio
Estamos uno
frente al otro, ofreciendo la mitad,
un trato
incompleto.
Esto
Todo y nada
¿Cómo voy a negarme
de manera rotunda
a concebir un
espacio de vida
tomado de tus manos?
¿Cómo se espera
que no vea la perfección
implícita en todo
lo que eres?
¿Cómo seguir en
este camino de derrumbes,
y saber que no estarás
al final de mis derrotas,
tendiéndome los brazos
en mi
última sonrisa?
Porque no hay nada,
desgraciadamente,
que nos cubra la
boca
al momento de armar a los verdugos
con la señal de la hoz,
diciéndoles
un
fatídico “te amo”.
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