miércoles, 4 de diciembre de 2019

Gorgeous, adiós.


Sentí que debía escribirte. Volver a dibujar con letras algo de ti. Tendrías razón en pensar que es injusto, si pensaras otra vez en mí, por haber esperado hasta ahora. Ahora que no puede haber respuesta.


Sabía dónde estabas y no fui a buscarte. Pero sí quise por un tiempo volver a hablar contigo, decirte que me había logrado, que todo estaba bien.


Con aquella carga, fuiste necesario. Pudo haber sido peor. Yo quería de ti lo que te vi muchas veces dar a otras personas. Haberte perseguido por ello quizá hubiese resultado también partir de una mentira.


La ciudad estos días se ve tan extraña. O bueno, siempre. Y veo paredes verdes, caminos conocidos. Veo la dirección a la que volteaba la mirada por si volvía a encontrarte, como aquella tarde después de una larga ausencia, un poco antes de tu cumpleaños.


Pasó mucho tiempo antes de que perdiera esa costumbre de buscarte. Buscarte porque sí. Buscarte porque ya no dolía.


Y se echa a andar un tren de recuerdos. Qué cliché. A ti no te gustan. ¿O sí? ¿Te gustan las flores  rojas para celebrar y las lágrimas en despedidas de aeropuerto?


Anda un tren con tu risa, tu genio, tus lentes rotos, tu perro, tus dudas, tu voz, tus círculos, tus cuadros, tu espejo, tu closet, tu falta de corbatas, tu baile, tu mirada de Clint Eastwood.



Me enamoré de ti tan inocentemente, con juegos de niños, con nuestro reflejo en la televisión. Fuiste necesario y te tuve. Hace tanto y tan poco nos soltamos de las manos. Fuiste libre y me dejaste libre.


Aunque te equivocaste en la premonición: sí hubo desprendimiento expreso. Dijiste adiós, pero ya no a mí. Y eso es faltar a tu palabra. 


Hoy sí, con mayor razón, puedo desistir de tratar de buscarte, de verte aparecer mirando a los lados.





No hay comentarios:

Publicar un comentario