Sentí que debía escribirte. Volver a dibujar
con letras algo de ti. Tendrías razón en pensar que es injusto, si pensaras
otra vez en mí, por haber esperado hasta ahora. Ahora que no puede haber
respuesta.
Sabía dónde estabas y no fui a buscarte. Pero
sí quise por un tiempo volver a hablar contigo, decirte que me había logrado, que
todo estaba bien.
Con aquella carga, fuiste necesario. Pudo haber sido
peor. Yo quería de ti lo que te vi muchas veces dar a otras personas. Haberte
perseguido por ello quizá hubiese resultado también partir de una mentira.
La ciudad estos días se ve tan extraña. O
bueno, siempre. Y veo paredes verdes, caminos conocidos. Veo la dirección a la
que volteaba la mirada por si volvía a encontrarte, como aquella tarde después de una larga ausencia, un poco
antes de tu cumpleaños.
Pasó mucho tiempo antes de que perdiera esa
costumbre de buscarte. Buscarte porque sí. Buscarte porque ya no dolía.
Y se echa a andar un tren de recuerdos. Qué cliché. A ti
no te gustan. ¿O sí? ¿Te gustan las flores
rojas para celebrar y las lágrimas en despedidas de aeropuerto?
Anda un tren con tu risa, tu genio, tus lentes rotos, tu perro,
tus dudas, tu voz, tus círculos, tus cuadros, tu espejo, tu closet, tu falta de
corbatas, tu baile, tu mirada de Clint Eastwood.
Me enamoré de ti tan inocentemente, con juegos de niños, con nuestro reflejo en la televisión. Fuiste necesario y te tuve. Hace tanto y tan poco nos soltamos de las manos. Fuiste libre y me dejaste libre.
Me enamoré de ti tan inocentemente, con juegos de niños, con nuestro reflejo en la televisión. Fuiste necesario y te tuve. Hace tanto y tan poco nos soltamos de las manos. Fuiste libre y me dejaste libre.
Aunque te equivocaste en la premonición: sí hubo
desprendimiento expreso. Dijiste adiós, pero ya no a mí. Y eso es faltar a
tu palabra.
Hoy sí, con mayor razón, puedo desistir de
tratar de buscarte, de verte aparecer mirando a los lados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario