sábado, 28 de agosto de 2021

Aquel que no se enfrenta

¿Cuántas veces más iba a hacer uso de ese recuerdo? Porque nunca sabemos, mientras pasan cosas importantes y otras no tanto, que años después  podríamos evocar ese preciso momento, ya fuera insípido o rotundo. En loop. Para siempre.


En ese fragmento, te veía a ti donde estuvimos tantas veces rodeados de amigos en común. Habíamos decidido coincidir los últimos dos o tres meses, pues cometí  el acierto de buscarte por casualidad.


Debían ser las dos de la mañana. Estuvimos, por alguna razón, caminando por el mismo pasillo, que casi nunca estaba solo. 


Como tú no ibas a hacerlo, te puse un brazo alrededor. Te sonreí. Respondiste con mesura. Entendí que necesitabas que te soltara y por única vez en la vida, no lo tomé personal.


Horas más tarde me fui, casi sin despedirme, y sentí un extraño remordimiento de volver a verte en la memoria: solo y frente a la barra. No seguí  el procedimiento que ya conocíamos.  El que debí. 


Afortunadamente, pude volver a encontrarte pasadas las semanas. Con más gusto todavía, recuerdo tu abrazo, ahora sí, de frente, voluntario. Recuerdo tu perfume, porque es casi imposible separ asociaciones. Recuerdo el frío, la lluvia, tu distancia, tu humildad, tu comprensión para con mis prisas.


Y te recuerdo ahí  mismo, en otro tiempo diciéndome: "me gustas así". E incluso antes, quejándote de que te obligara a escuchar mis secretos: "siempre me platican lo que yo no puedo platicar" y "él es mi hermano, pero ni a mi hermano le cuento todo". 


Fue muy poco tiempo. Siempre fue muy poco tiempo. De seguir presente me hubieras dicho algo útil, como me hace falta. Y ya que no es así, estoy atrapada en la repetición de aquellas noches, después de las cuáles no volví  a verte a los ojos. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario