miércoles, 23 de noviembre de 2016

Todavía

¿Por qué no te he encontrado todavía?

Me despierto a horas muy distintas de la mañana, acelero o alargo la rutina para adaptarme a tu minutero. Aplazo el desayuno y los arreglos femeninos para conseguir un encuentro –supuestamente accidental de mi parte- contigo.

Estoy pendiente siempre de cada número, paso, puerta, escalón y avenida que cruzo en mi trayecto. Trabajo algunas horas, a todo instante contigo en la mente. A veces siete, a veces ocho y algunas otras menos; con ‘suerte’ llega la hora de salida y para mí han pasado apenas unos diez minutos.

¿Y qué me ata, a qué se debe esta inexactitud universal? ¿Por qué no te he visto, de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, de cualquier punto de esta ciudad hasta donde no haya más horizonte conocido por mis ojos?


Quisiera aparecieras pronto por estas calles de mi infancia y de mi vida; que me dejes verte sin que nadie se dé cuenta. 


Déjame conseguir de ti otro par de palabras, observarte a través de los espejos de la distancia, de la lejanía de ser conocidos ocasionales, sólo varias veces al mes.





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