martes, 14 de febrero de 2023

Dos mil trescientas

 No supe por qué me dejaste engañarte, por qué permitiste que te deslumbrara con tan poco. Pudo haber sido, como ya lo he dicho tantas veces, la soledad. 


Por alguna razón, cablísticos siete años después, lograste (sin provocarlo a consciencia) que viviera un ataque de miedo, que me volviera loco por querer engullirte, por no saber realmente qué piensas ahora.


Quise volver a forzarte a escuchar mis canciones favoritas de deseo contemplativo, como te ví desde el inicio. Quise, de alguna manera, herirte, de lograr que me admiraras. 


Y en cambio, estoy desnudo, indefenso, diciendote de tantas formas que quiero que me lleves de tu mano a donde sea. A diario dedico algunos minutos largos a pensar qué voy a hacer si no te tengo. Todavía no aprendo lo que te gustaría que aprendiera. 


Pero ahora mismo, ¿te tengo? Y antes, ¿qué tanto te tuve? Porque quiero saber, como no he sabido ninguna otra cosa, que eres mío. Con conversaciones repetidas, con malos hábitos, con arranques, con estafas, con desorden, con tu risa, con tu letra, que eres mío. 


Tienes que ser mío. Porque yo sí soy de ti, con planes de cuidarte, de no tejarte solo, de pagarte la vida, de saldar semejante pérdida de tiempo.  


¿De verdad eres mío? ¿O eres tuyo y yo también? ¿O eres tuyo y estás bien sin tenerme? 


Odio tanto esto. Me odio a mí, de paso. Y a ti. Pero más a mí. 


Y sigue la lista de "tal vez". 


Tal vez salga algo útil del autoflagelo. 


Tal vez no vale la pena intentar. 


Tal vez no tengo más qué decir desde hace siglos, porque tampoco voy a poder entender que te hayas quedado conmigo. Conmigo.


Porque odio todo esto. 


Y a ti también. Pero más a mí. 





miércoles, 9 de febrero de 2022

Mil novecientas

Estoy tan lejos de escuchar tu aire, 

de desdoblar tus labios 

como


un regalo envuelto en luz. 


Reincido en los recuerdos 

de las dudas, de imaginarte volviendo, 

creyendo, creciendo, 

dejando.


Te veo frente a otros: 

rodeado de escenas, 

de asepcia, de excepciones 

y descartes. 


Te veo sin conocerte, sin tenerte, 

sin llegar nunca a maravillarte.



Estás tan inalcansable, 

imperturbable, acorazado. 

Tomado 

y de otras manos.



Y regreso también 

a observarte tan indignamente. 

Quizá si pudiera, terminaría por traicionarlo 

todo e ir detrás de ti, enloquecido.



Pero como estoy tan lejos 

de sentir tu voz, 

me refugio en las pantallas 

tanto tiempo como pueda evitar 

que me reflejen en la soledad ridícula.


sábado, 28 de agosto de 2021

Aquel que no se enfrenta

¿Cuántas veces más iba a hacer uso de ese recuerdo? Porque nunca sabemos, mientras pasan cosas importantes y otras no tanto, que años después  podríamos evocar ese preciso momento, ya fuera insípido o rotundo. En loop. Para siempre.


En ese fragmento, te veía a ti donde estuvimos tantas veces rodeados de amigos en común. Habíamos decidido coincidir los últimos dos o tres meses, pues cometí  el acierto de buscarte por casualidad.


Debían ser las dos de la mañana. Estuvimos, por alguna razón, caminando por el mismo pasillo, que casi nunca estaba solo. 


Como tú no ibas a hacerlo, te puse un brazo alrededor. Te sonreí. Respondiste con mesura. Entendí que necesitabas que te soltara y por única vez en la vida, no lo tomé personal.


Horas más tarde me fui, casi sin despedirme, y sentí un extraño remordimiento de volver a verte en la memoria: solo y frente a la barra. No seguí  el procedimiento que ya conocíamos.  El que debí. 


Afortunadamente, pude volver a encontrarte pasadas las semanas. Con más gusto todavía, recuerdo tu abrazo, ahora sí, de frente, voluntario. Recuerdo tu perfume, porque es casi imposible separ asociaciones. Recuerdo el frío, la lluvia, tu distancia, tu humildad, tu comprensión para con mis prisas.


Y te recuerdo ahí  mismo, en otro tiempo diciéndome: "me gustas así". E incluso antes, quejándote de que te obligara a escuchar mis secretos: "siempre me platican lo que yo no puedo platicar" y "él es mi hermano, pero ni a mi hermano le cuento todo". 


Fue muy poco tiempo. Siempre fue muy poco tiempo. De seguir presente me hubieras dicho algo útil, como me hace falta. Y ya que no es así, estoy atrapada en la repetición de aquellas noches, después de las cuáles no volví  a verte a los ojos. 






miércoles, 25 de agosto de 2021

Tu amor era:

morirse de sed
y recibir agua en un gotero.







Repetición

Te traté exactamente como no debía. Ni siquiera sé por qué. Quería sentirme más arriba, como si no pudieras alcanzarme en un concurso esnob.


Cuando nos conocimos yo perseguía desesperadamente actos de atención, por nada y porque sí. Lo que inevitablemente me llevó a un salto al vacío que duró varios años.

Para entonces tú ya te habías rendido: decidiste darme gusto y jugar a que éramos capaces de llevarnos bien.

No recuerdo qué-de-todo lo que pasaba me había convertido en una sombra, en un pastel amargo, con la enorme disposición de herir a quien me diera cabida.

Pudimos haber sido amigos, la primera, la segunda, la tercera vez que me lo preguntaste. Era un millón de veces mejor seguirte a ti que hacerme creer que estaba bien en otro lado.

Fui un mancebo cuando buscabas algo más en mí. Peor aún: no llegué a “persona”. Tenías razón. Yo tampoco me amaba. Bueno, creo que solo tú, a pesar de los pesares.

Y como siempre, voy muy tarde a disculparme contigo, justamente cuando no puedo ya ni despedirte. Porque en esto también tenías razón. Y te traté exactamente como no debía.





domingo, 27 de diciembre de 2020

Que llueva

Vivo para acariciar con la lengua tu nombre.

Para dejar correr, una a una,

las letras que te llaman con cálidos gemidos.


Despierto mordiendo con los labios

una voz creada para hablarte.

A ti y a nadie más.

A ti y a nada más.


Los pasos, los chasquidos,

las brasas, las sirenas, las alarmas, el río de hambre,

los sueños de los días cantan 

el acorde agudo y rebosante

que compartes con millones.


Pero ese nombre es tuyo. 

Pero este gusto es mío.





miércoles, 11 de noviembre de 2020

Desde entonces

Entre la vergüenza, la sonrisa triste y la fijación, busqué tu número. Había escrito tu nombre correctamente. ¿Me daba algún punto extra?


A la izquierda, tu foto me recibió con severidad junto al último mensaje enviado antes de dejar de verte. Era un '¿tú dónde estás?' 


Y es casi premonitorio, porque todavía quiero saber.





jueves, 2 de abril de 2020

Aire

Algo en el aire te imita 
y yo lo uso.

Cierro los ojos y lo respiro.
Te respiro.
Me lleno de tu falta. 

Me digo: "nadie va a quitarme
esto".

Nada puede arrancarme lo que
ya quedó encausado 
en la memoria, en los alvéolos, 
en los bulbos,
en la electricidad.

Y así, como oxígeno,
como materia cambiante,
te exhalo.
Me dejas.
Vuelves a ti.

De vez en cuando,
o tal vez en permanente,
me quedo esperando
a que todo regrese
así.


sábado, 28 de marzo de 2020

Después

Por buscar en lo claramente inhóspito ahora también me lo tengo merecido. Al menos esta vez puedo dejar de esperar que tú, igual que yo, quieras encontrarme.

Quizá ese sea el premio por haber sucumbido: la certeza.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Más



En otro tiempo no hubiera hecho uso de los confesores, de los amigos deseosos de dar consejos, de las horas de supuesto insomnio voluntario que no era más que recreo de la crisis existencial. 


En otro tiempo no me hubiera hecho falta obligarme a ir a terapia y escucharme hablar de mi infiernito. En otro tiempo me hubiera hecho inmune. 


Al menos es lo que prefiero creer. Y tal vez ni en el mejor de los escenarios hubiese sido capaz de escapar de ti. 


Yo no sé de alguien que no se deshaga cuando recibe tal tentación, cuando le miran unos ojos como los tuyos, que hacen creer que lo que ven les maravilla.


Claro está que muchas veces dudé que las palabras más lindas que decías se inspiraran en mí, porque de pronto veo que quienes llegamos a figurar en tu historial, hasta cierto punto podríamos ser el resultado de una producción en serie. Total, ¿cuántas diferencias hay entre quienes me antecedieron y yo?


No sabes cuántas veces me he encontrado llorando y de rodillas con la desesperación al yugo, pensando que en efecto no te he enseñado nada nuevo, nada bueno, nada que haga verdadera esa presunta admiración de tu parte.


Pero en mis condiciones, ¿qué puedo enseñarle a alguien que ya lo sabe, ya lo tuvo, ya lo vio, ya lo amó todo?


¿Cuándo sabré qué es lo que soy en esto, cuándo habré sido más, mucho más que cualquiera que tuvo ya su sueño en tu cama? ¿Cuándo veré en qué termina este trabajo de seducción constrictora que has empleado desde el primer café?


Y hasta hoy, nueve meses, dos semanas, tres días, veintidós horas, cuarentaisés minutos y tantas peleas después, sigo defendiendo mi derecho a encontrar la manera de revertir las decisiones que aquí me tienen, que me obligan a garabatear con violencia sobre tus recuerdos en un intento absurdo por hacerte más de mí.


La verdad es que probablemente nunca lo logre, que nunca llegue a ser tan permanente, tan cabal.


Quizá no pase de ser un "on&off" sentimental que te acose (todavía) haciéndote las mismas preguntas: “¿me quieres? ¿Ya me quieres? ¿Me quieres? ¿Ahora me quieres? ¿Para mañana me vas a querer?” 


Últimamente me siento al final de la escalera y frente a tu puerta a esperar que llegues (ojalá no de otros brazos), mientras me digo que hay dos cosas que no me explico. 


La primera es que (para lo peculiar) tú y yo seamos el clásico caso del roto para el descosido, que al menos por instantes aún me elijas a mí.


La segunda es que, después de que hayamos visto ambos qué tan fácil te entrego y perdono, no hayas aprendido.


Con completa sinceridad que no lo creo. Y no lo creo porque ese 'otro tiempo' no me llegaría, como nunca llegó. Lo único que llegó fue la cuenta de lo dañado por un animal en la cristalería


Y yo  vine a reconocerte que en esta vida tú sí mandas,  a alimentarte el ego y a jurarme contigo. Vine a amarte más.



jueves, 20 de febrero de 2020

Uno, dos y tres

En el juego de dos, siempre hay un tres que jode.
Que a mí me jode.
Que viene o se queda,
que recuerda
que nunca faltará espacio para
alguien mejor.

En el juego de dos
lo que se espera es que
uno pierda.
Que sólo se pierda.

Que ponga al final su mejor
cara de imbécil.
Que se deje llamar
de vez en cuando,
si es que el remordimiento asalta.

El que se libera avanza.
Y avanza solo.
Porque entiende cuándo es un juego
y cuándo se antoja que
se convierta en congregación.

En el juego de dos a algunos no basta
con mirar las cartas, ni alzarlas, ni romperlas.
Porque saben
que no está permitido ser mamón y pendejo
en la misma ronda.


jueves, 30 de enero de 2020

How about

Quiero pasarme la vida tocándote 
como hace  tu nombre con mi boca, 
después de dibujarte flores en la espalda con el pecho, 
en un baile imaginario. 




Todavía

Todo pasa afuera. Fuera de ti y de mí.
Lejos. Con letargo.
Pasa  y nada pasa.
Pausa.
Camino.

Anotaste el día, con letras como ganchos.
Yo no tuve que asegurarlo
sobre una de tantas paredes.
Fue un 21. El 19. Un dos mil. Uno tras otro.
Dejé de secarme, de alejarme, de dolerme.
De esperarte.

Llegó la preciada u-ni-for-mi-dad.
El flujo, la calma.
Fuiste feliz en la distancia, con las noches,
con los cafés, rumbo a cualquier nuevo espiral.

A ti nunca te dolió.
No debiste hundirte en dudas.
Si acaso, me dedicaste tu mirada ajena, rencorosa.
Una sucesión minimizante.

Pasó aquello. Tú sabes cuánto, cómo,
cuándo, dónde, para qué, con quién.
En la interminable pausa. Y también antes.

Pasó. Y yo todavía quiero hablar de ti.

martes, 10 de diciembre de 2019

Outai

No muy amable. 

Sabes, si es que te encuentras con estas letras altas, que es para ti. Pero si es para ti, debo eliminar cualquier rastro de reclamo, de palabras hirientes, y sustituyo "no muy amable" por "para mi amado".

Sabrás bien igualmente, que apenas a unas doce horas de no haber cruzado palabra contigo, me he pasado los segundos, los minutos, los micropensamientos dándole vuelta al resto de mi vida, si acaso me resta algo más de tiempo. Anduve por lugares en los que en otros días estuve contigo; avenidas, cafés, gatos, sofás, lozas, vientos, mesas de madera, cámara de fotos, comida una sola vez al día. 

No recordaba con exactitud los estragos de la depresión: querer dormir, casi sin proponerlo, y presentarme a la hora del hambre sin poder abrir la boca a voluntad. Ni siquiera existe la fuerza para lavarse las manos.  Pensé en ti todo el día, pensé en que era bastante gracioso que decidieras que nos separáramos, ¿por? Porque no sé de nada. 

Me dijiste que estabas harto de todo, y te creí. Si bien nuestra ruptura no se había anunciado con anticipación, sabíamos que eramos otras personas, en otra situación, que hicimos la oportunidad, después de no haber coincidencias de nada importante, de las cosas importantes. Aún así, no me lo hubiera esperado. 

Me fui a dormir anoche tratando de convencerme de que esto era lo mejor, que iba a volver a empezar aquí todo lo que me parecía inútil cuando me senté en una banca en frente de la iglesia, a ver la vida que podía tener contigo. Contigo, esa era mi parte favorita; más que vida, más que tener, más que cualquier cosa, contigo.

Encontré la manera de distraerme la mayor parte del día trabajando, para no llamarte por más que quisiera. Todo iba bien, lo había superado. Pero cerca del final de la tarde no pude hacer más. Te busqué por teléfono, escuché tu buzón de voz. Volví a llamarte media hora después. Nada. 

Pude haber pensado que era una "señal" para que no insistiera. Me di cuenta de que no tenía más el número telefónico de tu casa. Me concentré para recordarlo. Claro. Base. Edad que teníamos cuando nos conocimos. Dos pares de centenas+cinco, dos veces. Voilá. 

Tal vez ese no sea el número. En la puerta de mi casa, al otro lado del teléfono: primer timbre. Me preparé para no escuchar tu voz y colgar. Reloj. Segundo timbre. Me preparé para no escuchar tu voz y colgar. Silencio. Ruido. Ruido del otro lado del teléfono: no sé qué le pasa a tu teléfono, que suena como refrigerador. "¿Sí?" Escucho preguntar a tu voz masculina. Cuelgo. Sí, vaya, al menos sé que estás ahí y estás bien, bien como para responder el refrigerador.

A juzgar por el reloj de granja, que hace sonidos de animales cada que cambia de hora, y que acaba de maullar, llevo un día entero y 15 minutos esperando hablar contigo. Hablar. Como personas normales. Hablar y decir que estamos exagerando, que no estábamos en condiciones, ninguno de los dos, para mencionar nada. 

Y supongo que no puedo pedirte que me comprendas, que es imposible que reflexiones un poquito sobre lo que me estaba haciendo sufrir, que podrías pensar que estaba hormonal, y precisamente por eso mis fallas podrían perdonarse. (Aunque tampoco estoy hormonal.) Pero no. Probablemente no volvamos a hablar de nada de esto, y te pierda de vista sin la oportunidad de decirte que yo no quería que pasara. 

Hace un par de semanas también tuve que soportar al minutero que se resiste a seguir para avanzar al lunes por la mañana y llamarte. Llamé a esa institución en la que te hacen el favor de buscar a alguien en las estaciones de policía, hospitales o en lugares peores. 

Me contestó una mujer, no recuerdo su nombre. Le dije que te estaba buscando. Le hablé de tu cabello, del color de tus ojos, tu estatura, complexión, de cuándo había sido la última vez que te escuché ese fin de semana.

 "¿Alguna seña particular?"-"No". Sí, una el brazo que no deja que yo vea, y que no me creería si le dijera que..."No tengo ninguna información de alguien con estas características. La búsqueda seguirá abierta hasta encontrarlo, o hasta que usted llame para confirmar que ya fue encontrado." No volví a llamar, para decir que sólo estabas enojado y sin querer decir que estabas bien, que no me preocupara, pero que no querías saber de mí. Tampoco recuerdo con exactitud por qué estabas enojado. No volví a llamar porque quería que me buscaran primero a mí, si alguna vez, en efecto, algo llegara a pasarte. Así actúa la ingenuidad.

Fue ese día, con ese aparato en la mano, hablando con esa mujer sobre tus cicatrices, que me di cuenta de que no estaba lista para no estar contigo. 

Ando buscando un par de ojitos negros
Señas particulares:
al gusto mío
A nadie le confío
ya más detalles
Porque mi amor es de él
y el de él es mío. 

...si le dijera que a mí me parece una seña muy linda. 

"...herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria".

Y así pasarán los días. Y yo desesperando. Con tu nombre en los labios, con los labios en tu nombre, con la esperanza de encontrarte en otra vida, en una mejor, en una en la que sí sea nuestro destino. O de no volver a saber ti, para no interferir señales, para no entrometerme en momentos y lugares que no me corresponden, cuando ya tu selección estuviera hecha, cuando te des cuenta de que era verdad, yo no era lo mejor que te tocaba. 

Si has llegado hasta esta parte, quería confesarte que no te fallé como pensaste, ni de ninguna otra manera. Quería decirte que nadie ha estado tan cerca de mí como tú has estado, como quiero que estés. Quería decirte que estás confundido, que tarde o temprano, conmigo o sin mí, vas a darte cuenta de que no fue lo que creíste, que no tenía más cosas en la mente que no fueras tú. Y no, esto no es una carta suicida, para tu mayor comodidad. 

Te amo con todos mis años, con toda mi sangre, con todas mis células, de principio a fin, y hacía mucho tiempo que no conocía a alguien que odiara y amara tanto, al mismo tiempo, con la misma fuerza, con el mismo apasionamiento por abofetearte y por acariciarte la cara. 

Hacía mucho, mucho tiempo. Desde que nací. 


miércoles, 4 de diciembre de 2019

Gorgeous, adiós.


Sentí que debía escribirte. Volver a dibujar con letras algo de ti. Tendrías razón en pensar que es injusto, si pensaras otra vez en mí, por haber esperado hasta ahora. Ahora que no puede haber respuesta.


Sabía dónde estabas y no fui a buscarte. Pero sí quise por un tiempo volver a hablar contigo, decirte que me había logrado, que todo estaba bien.


Con aquella carga, fuiste necesario. Pudo haber sido peor. Yo quería de ti lo que te vi muchas veces dar a otras personas. Haberte perseguido por ello quizá hubiese resultado también partir de una mentira.


La ciudad estos días se ve tan extraña. O bueno, siempre. Y veo paredes verdes, caminos conocidos. Veo la dirección a la que volteaba la mirada por si volvía a encontrarte, como aquella tarde después de una larga ausencia, un poco antes de tu cumpleaños.


Pasó mucho tiempo antes de que perdiera esa costumbre de buscarte. Buscarte porque sí. Buscarte porque ya no dolía.


Y se echa a andar un tren de recuerdos. Qué cliché. A ti no te gustan. ¿O sí? ¿Te gustan las flores  rojas para celebrar y las lágrimas en despedidas de aeropuerto?


Anda un tren con tu risa, tu genio, tus lentes rotos, tu perro, tus dudas, tu voz, tus círculos, tus cuadros, tu espejo, tu closet, tu falta de corbatas, tu baile, tu mirada de Clint Eastwood.



Me enamoré de ti tan inocentemente, con juegos de niños, con nuestro reflejo en la televisión. Fuiste necesario y te tuve. Hace tanto y tan poco nos soltamos de las manos. Fuiste libre y me dejaste libre.


Aunque te equivocaste en la premonición: sí hubo desprendimiento expreso. Dijiste adiós, pero ya no a mí. Y eso es faltar a tu palabra. 


Hoy sí, con mayor razón, puedo desistir de tratar de buscarte, de verte aparecer mirando a los lados.





martes, 15 de octubre de 2019

Fault

Lamento tanto haberte amado.

Buscarte en lo bueno. Pensar en ti en ambos extremos.

Lamento haberme llevado cada vez más lejos, caminado a ciegas, querer darte la mano.

Lamento haberte pedido lo que no vivía en ti. Que mis ojos se llenaran de lo que existe contigo.

Lamento seguir pensando, pasado el tiempo.

Lamento todo. Desde presentarnos, hasta dejarte ir.





sábado, 10 de agosto de 2019

Miau

Podríamos ser dos gatos. Rendirnos en turnos, abrazarnos sobre los costados.

Subamos a los techos, poseamos todo bajo nuestros ojos.

Te invito a vigilar las estrellas en el cielo, por si a alguien se le ocurriera mover alguna sin autorización.

Podríamos ser los pardos, correr juntos, andar enajenados.

Seamos seguidores uno del otro, inalcanzables y orgullosos. Llamarnos a los gritos, despertar a todos.

Déjame acariciarte el cabello. Déjame ir de tu boca hasta la espalda. Podría besarte con los dientes, tocarte sin que sea amor violento.

Tenemos permitido cambiar con frecuencia y lograr que nadie nos conozca ni conduzca, no dejar que nos enjaulen. Ser cualquieras.

Podríamos ser dos gatos. Quedarnos juntos siete vidas, setenta veces siete, catorce años,  cinco mil ciento trece citas para ver la luna.




viernes, 9 de agosto de 2019

Ventana


Nos despedimos porque en realidad yo me puse cómoda muy pronto y no debía. 

Había sido tu invitación, sí, pero estuviste acostumbrado siempre a ver a los demás con una fecha de caducidad por delante. 

Te dejé enredarme, un día tras otro. Llegaste a mí con un manual bien estudiado para que no sobreviviera a tus palabras. 

No pasaron más de doce meses cuando te había entregado mi voluntad, aunque no estuviera firmada. Cuando te acordaste, me viste los números. Ya iba siendo hora de que te dejara libre. 

Quise regresar sobre mis pasos. Decirte: así no es. 

Pero vi que mi vida cupo en seis bolsas de basura. En esta ocasión fue lo contrario del dicho popular: dijiste que me llevara todo lo que fuera mío y lo único que quería que fuera mío eras tú.

Antes de esto  mantenía la esperanza de que quisieras detenerme. Y yo lo entendería como una oportunidad de hablar contigo muchas horas.

No sucedió.

Así que no puedo creer que este día lo haya empezado tan cerca  y no vaya a concluirlo en tu presencia. No puedo creer que fuera tan corto el último beso me diste cuando llegaste.

No puedo creer tampoco que ese abrazo inocente no haya encontrado respuesta, porque ya estabas soltándome la mano. No puedo creer que hayas decidido que así fuera el día que empezábamos a dejar de estar, a dar la vuelta en caminos opuestos.

Y estoy deseando que ya pase. Que cuando despierte, después de lo peor, hayan corrido ya tres meses o tres años. Y esté mejor sin ti o para siempre contigo.

Te amo, carajo.

No cambia nada porque deje de verte, porque cuando abra los ojos no te vea. 

¿Por qué no puedes amarme igual?


 

miércoles, 7 de agosto de 2019

Corrección

Qué ganas de decirte "vida", de decirte "muerte", de cuánto para darte, de pedirte, de mirarte y desconocerte.


Qué ganas de pertenecernos, de perdernos, de encontrarnos y escondernos, de dejarte sentado junto a mi suerte.


Qué ganas de ser yo en tu presencia, quien siente tus desgracias, que se sabe de ti todo, que se ganó dormir  a tu lado. O ser capaz de elegir pasar las noches despiertas.


¿Cómo puede ser alguien capaz de dejarlo pasar? ¿Cómo se deja ver huyendo los días de lejos, inmóviles, inhumanos, sin sufrir por no compartir tu aire?


Qué ganas de abrirte todas mis puertas, de rendirme y decirte: ‘te entrego lo que soy’. Cómo me urge que sepas quién te habla, quién te pide, aunque esto resulte en no volver a contar contigo.


Qué ganas de reivindicarme y volver a nacer. Qué ganas de ser la que te tiene. Qué ganas de escribirte y envolverte. Qué ganas de ser por ti.


lunes, 5 de agosto de 2019

Lunes otra vez

¿Podría tocarte? ¿Alcanzar tu cabello, pedirte que me uses de refugio?

¿Puedo escucharte el corazón, tomarte de la mano sin excusas?

¿Llevarte a un incendio, nadar entre las calles, volar en el metro?


¿Por qué no quedamos para mañana? ¿Querrías salir conmigo a enmudecer a todos?

O caminar con rumbo y ver que nos miramos.



¿Podrías quedarte hoy? ¿Y también todos los días? ¿Podrías hacer como si fuéramos?

¿Puedo decirte que no es poco?



viernes, 10 de mayo de 2019

Volver, volver, volver

A mí sí me duele tener que evitar
mirarte con los ojos llenos 
de amor


Y ya no poder esperarte
vestida de viernes


A mí sí me duele que nadie
haya vuelto preguntar,
con la misma tristeza que tú,
un "¿cómo estás?"
por el teléfono

Como no saber de ti,
ahora menos que antes

Y volver, volver, volver
a fracasar en el intento

sábado, 23 de marzo de 2019

domingo, 10 de marzo de 2019

Basta

Basta con llevarme la mano a la boca, para tocar tu nombre.

Y girar en un sonido para pensar más en ti.

En ti en días de calor, con los brazos al rededor de una mujer, del otro lado de la mesa.

Ver su cabello cubriéndote la cara y encenderme yo como una luz con un cordón.



Basta con cerrar los ojos para que te aparezcas sonriendo, hablando, llamando

volviendo, llegando,

diciendo que me quieres,

que no quieres irte,

que tienes que irte,

que te vas.

Que

te

vas.



Basta con abrir los ojos para dejar de recordarte, para decirme que no importa

Que con amarte es suficiente

Como al principio

Como siempre

Como la única opción que me queda


lunes, 25 de febrero de 2019

X

A veces, cuando quiero besarte, te muerdo.
Si busco tenerte, me encierro. Si digo esperarte, me voy.

A veces creo ser frágil y luego me convierto en un muro.
Y si pienso en irme, te tomo la mano.

Cuando la soledad me llama, te invito a quedarte.
Si sale el sol, deseo dormir contigo.

Cada vez que me propongo dejar de insistir, te agobio.
Porque a veces, cuando prefiero odiarte, te quiero.






domingo, 10 de febrero de 2019

Pensar mal






No me hagas traer a la mente asuntos que odio. Puntos pendientes en el tablero de avisos, notas en la pizarra de la vida diaria, amenazas a mí misma, castigos que he cumplido, penitencias que he esquivado. 


No me hagas despreciarte, evita provocarme náuseas con tu silencio, con tu extraña costumbre de llegar a los extremos, entre no mirarme y el acoso, entre ignorarme y perseguirme, entre tenerme y alejarme...dices que es para evitarnos problemas y luego crees que el problema es conmigo, que la molestia es mía, que el rechazo es para ti. No me hagas sentir tanto mal, tanta angustia, tanto despecho.


Cada vez parece más lejana la posibilidad de sentir que te tengo, que todo está bien. Cada vez se aplaza más el día, y se vuelve lapsos  que no logro comprender, momentos de lucidez que me hacen falta, que me permitan ver que hay algo estable, que hay algo entre los dos, que puede existir al menos, que no estoy pidiendo más de lo que puedes darme, más de lo que puedo tener, que ni siquiera hace falta que pida.


No me hagas arder en celos, ¿celos de quién, celos de cuándo? Celos hasta de quien te mal-escribe, de quien te mal-conversa, de quien te mal-saluda, celos  de cualquiera que pueda tener tu atención libremente, sin las preocupaciones que te abordan tratándose de mí. 


No me hagas creer que has obtenido de mí cuanto pudiste, cuando te di, cuanto pude ofrecerte, a mi complicado modo, a mi difícil ver; no quieras que lo vea todo en frío, como se supone que lo hago siempre, como me gustaría hacerlo.


Si ya te he pedido que no me dejes, en cuando idioma me fue posible, si ya aprendí a dejarte ser libre para no agobiarte, para no enjaularte, para no hacer que te canses. Muéstrame ahora, que te necesito, alguna señal de presencia, de condescendencia, de aprobación, de incondición, de apoyo que resta. Enséñame a maldecirme por equivocarme contigo, por ser tan insegura. 


Sabes bien que esto es para ti, que la paranoia me ha invadido, me ha cortado, me ha escupido y aventado a un agujero sin fondo, sin luz, sin ti. Sabes lo que estoy pensando, siempre lo sabes y siempre me convences de lo contrario. 


Estás seguro de mis indecisiones, de mis fallas, de mi falta de sueños, de mis sueños contigo. Me conoces y me sigues probando. Sigues viendo hasta dónde lo soporto, hasta cuándo me quejo como animal herido que lucha corriendo delante del verdugo. 


No me dejes sola. No me hagas perder hasta la última gota de la  dignidad que he rescatado. No me hagas pedírtelo de nuevo, no me dejes de rodillas, a tus pies, pidiendo una sola caricia de tus manos sobre mi frente. 


No me dejes esperando una respuesta...no me hagas pensar que ya no me quieres, que nunca me has querido. 


Quítame los pensamientos, haz que en mis recuerdos sólo existas tú. 

lunes, 28 de enero de 2019

No quiero extrañarte



Me preguntas porqué me resisto, porqué peleo tanto conmigo, porqué no acepto lo poco o mucho que me ofreces. Pero las cosas son simples.
Si bien adoro todo lo que haces, reúnes que amo, si quisiera lo que eres en todo lo que soy, yo no quiero extrañarte.
No quiero tomar la posibilidad de arder en un infierno de no saber de ti mañana, de no tenerte conmigo, de no poder hablarte de pequeñas raíces que me crecen por dentro.
Yo no quiero extrañarte de día, de noche, en las buenas, en las malas, en la salud y en la enfermedad, en mis huecos existenciales, en mis aciertos, en mis fallas y en mi casa.

No quiero vivir turned off, upside down, melted up, wasted out. No quiero pensar en ti en cada beso que recibo, no quiero encontrarme contigo en cada mirada que doy.
Por más que me guste la idea de ir en contra de vez en vez, estoy consciente de aprender a no darme cada cosa que pido, de no cortarme la vida en pedazos por lo que no puedo tener.
Yo no quiero extrañarte. Yo no voy a detenerte. Que siga el mundo girando sin mí.

domingo, 13 de enero de 2019

domingo, 6 de enero de 2019

jueves, 13 de diciembre de 2018

Domingo

Es más de la una, otra vez. Y estoy sentada sola otra vez.


Quiero darte las llaves de todas mis puertas otra vez, despertar y quererte todavía más otra vez, abrazarte por la espalda otra vez, dejar que pasen los días y llegar lejos juntos otra vez.


Verte otra vez. Creerte y creer que te tengo un poquito otra vez, retomarlo otra vez, darte la mano otra vez, amarte otra vez, que ya no vuelva a terminar otra vez.


Te extraño otra vez. Y ya no puedo ni hablarte otra vez.




lunes, 3 de diciembre de 2018

Entrada al cine

Un día me dijiste que soñabas con poder escaparte. Que no se supiera de ti, de un momento a otro, que tal vez lo hicieras pasado el tiempo.

Me dio terror, pero no me confesé contigo.

Me vi abriendo una puerta sin poder verte, me vi sentada todas las noches esperando que volvieras.

Luego, cuando en lugar de terror sentí venganza, pensé hacerte lo mismo.

Y claro, soy incapaz. De eso y de muchas otras cosas.

Yo estuve un mes advirtiendo que me iba.

Ninguna diferencia hizo. Ninguna noche me esperaste de regreso.

No tuvo sentido. Se trató de un final como de cine arte, una incongruencia tras otra, que simplemente dejó de pasar ante tus ojos.




jueves, 8 de noviembre de 2018

Diana

Estaba cantando en el trabajo, uno de tantos boleros que me salen de los labios sin esfuerzo.

Al lado, Diana veía algo, hacia adentro o hacia afuera de sí, con una mano sobre la que apoyaba la cara, con sus largos y lacios cabellos como marco.

Confío en que fue una de esas rarísimas ocasiones en que un ser humano comparte un hilo al pecho de alguien más.

Llegó la línea de "¿pero cómo le explico a mi corazón, mi vergüenza de verte con otro amor, que te dio lo que no te diera yo?" y unos segundos después se quejó.

No supe si lloró por mí, por ella o por las dos.

Lo que consiguió fue que me sintiera al menos un poquito menos sola.

Entendía y de mí no salió una sola palabra.

Necesito más.


martes, 30 de octubre de 2018

Lunes

¿Qué mejor manera
de perder
el
equi
librio,

que presenciando
el  E S T R U E N D O SO
beso
entre
el amor de tu vida
y su presente?


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