jueves, 29 de marzo de 2018

Antítesis


Estoy esperando sentada. Un cliché, casi un chiste. ¿Qué estoy esperando? Quería tanto verte como no encontrarte. No estás. Me complace saberlo por cinco minutos.

Te entregué sin que supieras algo que me prestaste y ya no te acordabas. Cada vez se va sabiendo menos de ti y de mí en oraciones en común.

Si acaso llegamos a ser un rumor. “¿Sabías que ellos dos? ¿Sabías que por ella?” Y ya no quiero. El trayecto al baño para llorar un rato se vuelve cada vez más largo y menos oculto.

Jajajajaja.

Quién sabe qué pensarán los que llegan a ver algo de esto. El otro día una de ellos me dijo que quiere que mi vida mejore, que se arregle, mientras me daba un abrazo por mi cumpleaños. Ese es un indicio.

Cuando me voy sintiendo fuerte te obligas a venir a hablar conmigo de cosas que no importan. ¿Por qué haces esto?

¿Te das cuenta del impacto de tener que aceptar que nunca me hayas amado? Es caerse del globo, obviamente. Es que te corten las cuerdas, que te apaguen el fuego de un cubetazo, que te despierten a golpes de un sueño bonito. Es el camino de los doce pasos para rehabilitarse de ti.

Lo que espero es lograr que se me suelten los recuerdos del cuerpo como hojas en otoño, quedarme sin nada para cuando llegue el invierno, si no es que se resisten a tocar el suelo e irse con el aire, si no es que aprenden a flotar.

Jajajajaja.

La semana pasada me fui a dormir y te repasé con la cabeza. Supongo que sí soñé contigo.

Algo no funciona. Debería estar aún más enojada. Debería sentirme hecha una reina, saber que no fue por mí. Pero no entiendo esta lección vieja. No entiendo, como te dije, por qué debo seguir demostrando que puedo volver a levantarme. No quiero hacerlo más.

Yo quería seguir aburriéndome cuando te quedaras dormido. Quería irme contigo. Crecer. Que todos supieran. Estuvo cerca. Y ahora infinitamente lejos.

Hoy, hoy…tal vez estés llevando a esa otra persona (cualquiera de las muchas) a donde ya me habías llevado a mí. Literal y metafóricamente. Tal vez aproveches este sol para las fotos, para el agua, para resguardarse en tu casa.

 Tal vez tenga algún sentido lo contradictorio de tus actos. Quizá logre en una de estas mudanzas entender cuál era tu plan con lo que hacías de mí.

Si puedes, dime. Si puedo, te odio.

¿Desde dónde te hablo? ¿Se puede distinguir entre la borrachera y la hipersensibilidad que queda después de que te partan la madre?

Te amo. Te odio.

Jajajajajaja.

Tú sabes quién eres.



viernes, 16 de marzo de 2018

Obituario


Por el amor que le tenía a ir al súper contigo, por la tranquilidad de verte dormido en la sala.

Por las ganas adolescentes de verte regresar del trabajo, por querer aprender de ti.

Por tenerte siempre al otro lado de la cama. O casi siempre.

Por tu voz, por tus ojos, por tu luz en mis pasillos.

Por nuestras hijas, por nuestros días juntos, por lo que siento de abrazarte otra vez.

Por tus cumpleaños, por los aniversarios que no pudimos celebrar porque nos olvidamos de la fecha.

Por el café, por las preguntas, por los besos, por las risas, por las horas frente a la TV y entre tus brazos.

Por entrar por la ventana, por andar en bicicleta, por el verano, por las 2 de la mañana, por diciembre.

Por la segunda parte, por la tercera, por la inexistente.

Por las vacaciones en la playa que no llegaron, por lo que me permitiste ver, por todas las lágrimas.

Por el beso de Judas, por todos los nombres, por los rastros, por las traiciones que no se quitan de la espalda.


Por tu vida y mi vida.

Gracias. Perdóname. Te perdono. Te amo.


 

sábado, 3 de marzo de 2018

Noticiario



De todas las maneras en que quisiera hablarte. De la primera palabra que podría decirte. De las explicaciones que quiero darme para entender que no me quisieras. 

De las noches que me he echado a llorar llegando a la casa, de las veces que evito ver las fotos de ti que siguen conmigo. De cuando me digo que no es que no funcione el teléfono, sino que no me vas a llamar.

De cuando soñé que me mandabas asesinar, del día en que me propusiste matrimonio en un almuerzo. De cómo te fui amando más, deseando que fueras primero feliz.

De cuánto podría seguir queriéndote, de cómo mantengo conversaciones imaginarias y te cuento las cosas bonitas que me encuentro a diario. 

De que sin ti estoy bien aunque no esté tan bien, de que quiero darte lo que tengo, de que a veces no puedo dormir, de que antes era difícil dejar la cama porque la compartía contigo y ahora me levanto a media madrugada sin pensarlo dos veces. 

De que te extraño cuando me enfermo, cuando despierto, cuando estoy con alguien, cuando recuerdo cómo se sentía creerse tu amor. 

De cuando pienso en el niño que fuiste, de cuando quisiera abrazarte, tocarte la cara y que me escuches el corazón. 

De esto y otras tantas ilusiones quisiera confesarte mi verdad. Pero te dije que te iba a dejar ser libre y pienso cumplirte. Aunque esto, aunque no, aunque nada, aunque todo. 


Archivo del blog