Estoy tan lejos de escuchar tu aire,
de desdoblar tus labios
como
Reincido en los recuerdos
de las dudas, de imaginarte volviendo,
creyendo, creciendo,
dejando.
Te veo frente a otros:
rodeado de escenas,
de asepcia, de excepciones
y descartes.
Te veo sin conocerte, sin tenerte,
sin llegar nunca a maravillarte.
Estás tan inalcansable,
imperturbable, acorazado.
Tomado
y de otras manos.
Y regreso también
a observarte tan indignamente.
Quizá si pudiera, terminaría por traicionarlo
todo e ir detrás de ti, enloquecido.
Pero como estoy tan lejos
de sentir tu voz,
me refugio en las pantallas
tanto tiempo como pueda evitar
que me reflejen en la soledad ridícula.