miércoles, 9 de febrero de 2022

Mil novecientas

Estoy tan lejos de escuchar tu aire, 

de desdoblar tus labios 

como


un regalo envuelto en luz. 


Reincido en los recuerdos 

de las dudas, de imaginarte volviendo, 

creyendo, creciendo, 

dejando.


Te veo frente a otros: 

rodeado de escenas, 

de asepcia, de excepciones 

y descartes. 


Te veo sin conocerte, sin tenerte, 

sin llegar nunca a maravillarte.



Estás tan inalcansable, 

imperturbable, acorazado. 

Tomado 

y de otras manos.



Y regreso también 

a observarte tan indignamente. 

Quizá si pudiera, terminaría por traicionarlo 

todo e ir detrás de ti, enloquecido.



Pero como estoy tan lejos 

de sentir tu voz, 

me refugio en las pantallas 

tanto tiempo como pueda evitar 

que me reflejen en la soledad ridícula.


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